LA LEYENDA

Julio César Chávez es una leyenda del deporte que siempre ha trabajado para ser un triunfador, tanto arriba como abajo del ring. Julio nació en Ciudad Obregón, Sonora, pero desde muy chico, su humilde familia se mudó a Culiacán, Sinaloa. Fue allí donde su espíritu de lucha y superación lo inspiró a subirse al ring, guiado por el sueño de comprarle una casa a su madre Doña Isabel y sacarla del furgón de ferrocarril en el que habían pasado su niñez.

Fue campeón de los Guantes de Oro, pero debido a las necesidades económicas de su familia, tuvo una carrera muy corta como amateur. Inició el camino a la gloria en el ámbito profesional con su debut en 1980, pero fue hasta 1984 que se coronó campeón por primera vez en la categoría Super-Pluma, al noquear en ocho asaltos a Mario “Azabache” Martinez en el vetusto Olympic Auditorium de Los Ángeles, California.

Sobre el cuadrilátero, El “Sultán de Culiacán” ganó 6 títulos mundiales en 3 divisiones distintas en las categorías Super-Pluma, Ligero y Super-Ligero. En sus 25 años de carrera profesional, logró mantenerse invicto durante 13 años, tuvo 37 combates de título mundial, de los cuáles ganó 31 y pudo defender exitosamente en 27 ocasiones sus coronas mundiales. Sus triunfos más grandes sobre el ring llegaron ante Roger Mayweather, Juan Laporte, Edwin “Chapo” Rosario, José Luis Ramirez, Meldrick Taylor, Hector “Macho” Camacho, Greg Haugen y en la revancha contra Frankie Randall. Julio César perdió por primera vez cuando buscaba su triunfo número 90 frente a Frankie Randall, y después llegarían un par de derrotas a manos de Óscar de la Hoya y Kostya Tszyu, ambos miembros del Salón de la Fama. JC Chavez tiene un lugar en la cumbre y está considerado entre los mejores 25 peleadores de todos los tiempos.

Sus hazañas en el ring lo exaltaron al Salón de la Fama Internacional del Boxeo en la Generación del 2011. En la década de los 90, se consolidó como el mejor peleador del mundo libra por libra. Su maestría en el ring se basaba en un virtuoso juego de cintura que le permitía quitarse los golpes de sus rivales al mismo tiempo que acortaba la distancia para conectar su privilegiado gancho de izquierda a la zona hepática. Su pegada demoledora acabó con 86 de sus 107 víctimas antes del límite, y su mandíbula de hierro le permitió aguantar la pegada de una letanía de noqueadores devastadores.

Sin embargo, todo héroe tiene una debilidad y la de Julio Cesar Chavez fue la adicción. Julio admitió que empezó a tomar alcohol después de su gran triunfo sobre Edwin “Chapo” Rosario en 1987 y probó las drogas por primera vez en 1993, paradójicamente el mismo año que inició rompiendo la marca de audiencia para una pelea profesional, al llenar el Estadio Azteca con mas de 132,000 espectadores. También en ese año, sufrió la primera mancha de su carrera con el polémico empate ante Pernell Whitaker. Un año mas tarde, enfrentó a Frankie Randall con muy pocos días de entrenamiento, en lo que representó su primera derrota como profesional. Así inició el espiral descendente de la carrera de un peleador superdotado.

Pero tal y como lo hizo en su histórico combate contra Meldrick Taylor, donde logró un nocaut casi milagroso de último segundo ante el aliento de su preparador físico Martin “Búfalo” Muñoz que le exhortaba desde su esquina “¡Hazlo por tu familia!”, Julio César Chávez siempre se ha recuperado ante la adversidad, motivado por aquella frase que se convertiría en el lema de su vida. En el 2010, a base de engaños, su hijo Julio Cesar Chávez Carrasco lo internó en una clínica de rehabilitación y allí inicio la historia de redención de un gran ser humano.

Así como Julio César Chávez logró ser un ganador indiscutible en el ring, hoy ha encontrado la paz y felicidad afuera del cuadrilátero. Es ese hombre de generosidad desmedida que regalaba billetes en el estadio de béisbol de sus queridos Tomateros, o repartía regalos en navidad a niños de su comunidad. Aquel del que sobran historias de personas que llegaban a su casa a pedirle una lavadora para su mamá y que al día siguiente, el mismo campeón se encargaría que se le entregaran. Ese hombre de espíritu indomable hoy disfruta y aprecia, como nunca antes, del cariño del pueblo.

Hoy, Julio César Chávez es una inspiración para todos, un ídolo que se para con la frente en alto para sacar de la adicción a aquellos que más lo necesitan, con un compromiso total por ayudar. Su visión es sencilla “si yo pude, ustedes también pueden”. Esa frase es el fundamento para sus dos centros de rehabilitación Clinica Baja del Sol, uno en Tijuana y el otro en Culiacán su casa por tanto tiempo. De hecho, este último centro fue inaugurado el mismo día en el que se le dedicó un monumento en el Parque de la Revolución. Además del trabajo que realiza en sus clínicas, Julio César es embajador de la Campaña Nacional de Prevención y Atención a Adicciones. El nacimiento de su nieta Julia en el 2013 es su nueva inspiración, a lado de su esposa Miriam y sus hijos Julio, Omar, Cristian y Nicole está comprometido a inspirar a los demás a seguir su ejemplo de recuperación. El boxeo sigue siendo una gran influencia en su vida, ya que es un exitoso comentarista y analista del pugilismo. Aún así, su pelea más importante la vive todos los días abajo del ring, afortunadamente no está sólo y tiene garra de sobra, es por eso que el Gran Campeón Mexicano seguirá siempre triunfando.

Bernardo Osuna



World Boxing Council